EL CASO DE LA ALBARDILLA DE “LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ”

El viento cuando pega…, es que pega de verdad

En construcción, la colocación de cada elemento constructivo está condicionada por el lugar del edificio donde se ubica. Es evidente que la exposición a los agentes atmosféricos es distinta en una planta baja que en la cubierta de un edificio en altura. Y la cubierta de un edificio en altura, está expuesta a la acción del viento. Y el viento cuando le da por soplar, es mucho viento… Y de pronto un día, pasa “lo que viento se llevó” y hay quien todavía se está preguntando ¿a dónde se lo llevó?…

Los elementos que conforman un edificio deben estar sólidamente unidos

Los petos o muretes perimetrales de las cubiertas se realizan en fábrica de ladrillo macizo de medio pie de espesor.

Para proteger del agua de lluvia las caras laterales del murete, en la coronación del mismo se dispone una albardilla que en algunos casos esta realizada con chapa metálica [se denomina albardilla al remate superior de un murete, que por tener mayor anchura que él, evita que el agua de lluvia resbale por el muro y lo manche].

Las albardillas deben quedar perfectamente recibidas al peto para evitar su caída a la vía pública.

Si se opta por recibir las albardillas metálicas con adhesivo, hay que asegurarse que el adhesivo va a resistir las condiciones atmosféricas desfavorables. La capacidad de adherencia del adhesivo depende de la dimensión y continuidad de los cordones y de la rugosidad de la cara trasera de cada albardilla [se denomina cordón a la cantidad de adhesivo que se reparte linealmente sobre la superficie a la que se quiere adherir otro elemento].

Lo malo es que el que ahorró en cordones adhesivos no está ahora para ir a buscar las albardillas que el viento se llevó

Cuando la cara trasera de las albardillas carece de rugosidad por tratarse de una chapa metálica lisa, las normas de la buena construcción obligan a aplicar cordones de adhesivo continuos y de gran anchura.

Como las albardillas están situadas en la cubierta del edificio, en condiciones de viento intenso, los cordones discontinuos y de anchura puntual no pueden asegurar su fijeza y se desprenden.

Es por ello, que una albardilla mal reicbida al peto que ha de proteger, es una solución técnicamente incorrecta.

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