EL CASO DE LOS LADRILLOS QUE BAILAN “LA TARARA”
La realidad supera la imaginación de los guionistas
Es un caso real en cuya reclamación judicial, tuve que intervenir como perito. Tenemos delante la fachada de ladrillo visto de un edificio de viviendas en la periferia de Madrid. Pero se trata de una fachada muy original.
Si lo hubieramos visto en una película de Berlanga, habríamos pensado qué imaginación tiene Rafael Azcona como guionista para plantear las situaciones más esperpénticas.
Pero, no. La realidad puede superar la imaginación de los mejores guinistas.
La Tarara, sí. La Tarara, no.
Se me ocurre pensar que los albañiles no tenían a mano la sierra radial para cortar los medios ladrillos que necesitaban en las hiladas impares y… luego retiraron los andamios y el aparejo se quedó sin terminar.
Y a los ladrillos les pasó lo que a “la Tarara”:
> Un ladrillo, sí.
> Un ladrillo, no.
> Un ladrillo, madre; me lo bailo yo.
El día de la entrega de la obra, la dirección facultativa iba con gorras de visera
Y al entregar la obra, supongo que debía de ser un día de mucho sol y todos los técnicos iban con una gorra de visera y no podían mirar para arriba.
Lo cierto es que la fachada ahí permanece y habrá quien piense: ¡Qué originales son algunos arquitectos diseñando las esquinas…!